La palabra colaboración debe ser de las más usadas cuando se habla de innovación. La
escuchamos en discursos, en competencias laborales, en capacidades empresariales y hasta la
leemos cada vez más en libros y papers que tratan sobre las principales causas de como las
economías han llegado al desarrollo. Hay total consenso: la colaboración es fundamental para el
desarrollo de la economía, el éxito de los equipos de trabajo y la capacidad de construir nuevos
proyectos. El “co” es probablemente el término más utilizado en los últimos 10 años: co-crear, co-work, co-laborar, co-operar, entre muchos otros.


Sin embargo, a pesar de lo mediático de este concepto y del consenso de que la colaboración es
fundamental para Chile, son pocos los hechos concretos de colaboración. Probablemente los
eventos de colaboración más importante son la Teletón y el Desafío Levantemos Chile, no obstante, en el día a día, hacemos esto bastante poco. Piensa en tu última semana: ¿Cuántas veces realmente colaboraste con otra persona, para construir algo en conjunto? No hablo de caridad, sino que hablo de trabajar en conjunto con un tercero, en una lógica ganar-ganar, para que la suma de 1+1 sea más que 2. Probablemente son muy pocas las ocasiones. De hecho, en Chile nuestra idiosincrasia muchas veces celebra más la “pillería”, que la “colaboración”. Y todos
sabemos qué en la pillería, alguien gana y alguien pierde.

En Silicon Valley nacen startups que impactan de manera global, porque todos colaboran con todos, en muchas ocasiones sin esperar algo a cambio.

En los países más desarrollados ha sido la colaboración la que ha marcado la diferencia. Alemania tiene una de las culturas más fuertes de reciclaje, porque todos “colaboran” con el medio ambiente, es parte de su ADN. En Silicon Valley nacen startups que impactan de manera global, porque todos colaboran con todos, en muchas ocasiones sin esperar algo a cambio. En Europa abundan los congresos de ruedas de negocios, con coffee breaks en los que todos hablan con todos generando redes de contacto y nuevas oportunidades. En Chile, en cambio, podemos ver en los grandes eventos que siempre las personas forman pequeños subgrupos entre conocidos, conversando siempre con los mismos. Hay poca colaboración o apertura a hablar o hacer negocios con un completo desconocido. De hecho en los negocios lamentablemente nos enteramos de más casos de colusión, que de colaboración.

Hay poca colaboración o apertura a hablar o hacer negocios con un completo desconocido. De hecho en los negocios lamentablemente nos enteramos de más casos de colusión, que de colaboración.


Hoy, como todo es global, como todo es digital, como cada día existen menos fronteras, debemos
tener más capacidades de colaboración que nunca. Los procesos de transformación que viven las
industrias, nos obligan a trabajar con terceros para sobrevivir. Las empresas y las personas que no cuenten con esta capacidad en el futuro, estarán destinadas a quedar aisladas y fuera del juego de los negocios del futuro.
Pero los que colaboran, podrán ver como los resultados impacta de manera positiva todo lo que lo rodea. Déjenme que les cuente una entretenida historia de
colaboración.

Corría el año 2019 y mientras yo ejercía como director de Wayra Chile, vi con entusiasmo como mis colegas del hub de Barcelona llevan realizando exitosamente un evento llamado “Co-investment day”. Básicamente en un día se juntaban inversores y fondos que tenían buena onda entre si para comentar las próximas inversiones que iban a realizar, llevando al evento al emprendedor en el que ya tenían comprometido una inversión, a ver si algún otro fondo se
entusiasmaba a co-invertir. Tal fue el éxito de la instancia en Barcelona, que muchos emprendedores lograron ampliar sus rondas ya que con esta instancia se sumaban más inversores. Y claro, si ves que un inversionista/fondo que conoces bien y en el que confías, te dice: “Voy a invertir en esta empresa tanto y por tal razones”, te generaba entusiasmo y FOMO.

Las empresas y las personas que no cuenten con esta capacidad en el futuro, estarán destinadas a quedar aisladas y fuera del juego de los negocios del futuro. Pero los que colaboran, podrán ver como los resultados impacta de manera positiva todo lo que lo rodea.


Ya en Chile, le comenté con mucho entusiasmo a mis colegas de la ACVC la buena idea y decidimos replicarla. En cosa de semanas montamos el primer co-investment day en Chile, participando de la instancia Genesis Ventures, Chile Global Ventures, Manutara Ventures, ChileVentures, DadNeo, Beagle Ventures y Wayra que ejercía de anfitrión. Me consta que más de un emprendedor logró sumar más inversionista a su ronda gracias a esta instancia donde los fondos no compiten, sino que colaboran. Tras esta experiencia, nuestros amigos de la Asociación Argentina de Capital replicaron el modelo, colaborando para que lograran con éxito un formato similar al otro lado de la cordillera. Tal fue el entusiasmo, que para 2020 se realizó la primera jornada de co-inversión entre ambas asociaciones: la chilena y la Argentina y la colaboración siguió creciendo, ya que en abril de este 2021, se realizó virtualmente una segunda instancia ahora con la Asociación de Capital Emprendedor del Perú. La bola de nieve comenzó a crecer y los beneficiados, son sobre todo los emprendedores.


Y hoy esto continua. El próximo 18 y 19 agosto se realizará una nueva instancia de
este tipo, llamado “Co investment Latam Series”, al que se sumará la Asociación de Fondos de Colombia. Cuando uno planta la semilla de los beneficios de la colaboración, los frutos se vuelven exponenciales.
Ya son decenas de emprendedores que han participado de la instancia y múltiples las rondas de co-inversión realizadas. El principal aplauso es para Juan, Magdalena y Luis, los organizadores de estas asociaciones que logran que todo esto suceda con éxito. El espíritu de la colaboración en su máxima expresión.

Estoy convencido de que si en Chile y toda América Latina, logramos colaborar más y no sólo en
los discursos, sino que con hechos concretos, podremos marcar la diferencia para convertirnos en una región de economías desarrolladas.

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