En el escenario empresarial de hoy se vislumbra una transformación alentadora: cada vez más empresas admiten la economía circular como un modelo de negocio sostenible en Latinoamérica. Este cambio se torna aún más significativo considerando los desafíos que enfrenta la región en cuanto a la gestión de residuos sólidos, tal como lo reveló el Primer Foro Latinoamericano de Economía Verde celebrado en São Paulo a fines de 2023.
Varios expertos advirtieron que uno de los problemas que experimenta el territorio es la falta de legislación y desafíos logísticos para el tratamiento de los residuos. Si bien un informe del Ministerio del Medio Ambiente da cuenta de que en Chile se han logrado importantes avances en la materia, con casi 20 millones de toneladas de residuos generadas en 2020 de las que un 21% fue valorizado y el 79% eliminado, estas cifras subrayan la urgencia de mejorar la gestión de residuos no solo en el país, sino que en toda la región.
En ese sentido, la ciencia, tecnología e innovación han jugado un rol preponderante frente al hallazgo de soluciones. Por ejemplo, la biodegradación se ha convertido en un área crucial para la investigación y desarrollo de la gestión de residuos. Hace 10 años, imaginar envases que pudieran transformarse –bajo diversas condiciones– en alimento o energía para microorganismos como hongos y bacterias parecía una narrativa extraída de la ciencia ficción. Sin embargo, hoy es una realidad que ha demostrado ser una medida consistente para responder a este asunto.
Otro de los avances se ha visto con el aumento de la inversión en tecnologías de tratamiento de residuos, que ha alcanzado casi un 25% en la última década, y que refleja el importante cambio de paradigma que ha conducido a las empresas a la adopción de prácticas eficientes y responsables para llevar a cabo estas y otras acciones en favor del medio ambiente. De hecho, hoy en día son cada vez más las organizaciones que se están haciendo cargo de los residuos que generan incluso desde los procesos productivos, siendo los emprendimientos una pieza fundamental en este aspecto.
Las propuestas innovadoras y su génesis vinculada a procesos productivos ambientalmente conscientes han posicionado a este importante ecosistema como un eje para la articulación del cambio. Es por eso que, considerando que los emprendimientos son parte de las economías modernas, es esencial seguir empujando la colaboración para estimular una red sólida que potencie su crecimiento, y así alcanzar las transformaciones que requerimos.
Estamos presenciando un cambio fundamental en la forma en que abordamos los desafíos ambientales en la región, y esta transformación no solo es beneficiosa para el planeta, sino que también para la economía y la sociedad en su conjunto. De hecho, cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que solo en América Latina y el Caribe la transición hacia la economía circular podría provocar un incremento neto de 4,8 millones de empleos para 2030, lo que sin duda nos habla de una nueva forma de hacer las cosas que va más allá de una respuesta a la crisis climática que enfrentamos a nivel global.
Por último, es importante empujar la innovación de manera consistente desde todos los sectores para incentivar la creación de políticas públicas más eficientes, el fomento de la educación ambiental y la promoción de una cultura de consumo responsable. Aspectos que sin duda ayudarán a impulsar el cambio hacia un futuro más sostenible.