Si imaginamos el ecosistema emprendedor en cualquier mercado, lo podemos visualizar como una pirámide de tres niveles: en la base, están las startups y los emprendedores que impulsan la innovación con ideas frescas y disruptivas; en la capa intermedia, se encuentran los integradores, como universidades e incubadoras; y en la cima, están los fondos de venture capital. Estos son los «titanes» de la toma de decisiones y de la distribución de capital, responsables de las inversiones decisivas.
En los mercados globales, esta pirámide está interconectada y funciona de manera cohesiva, facilitando el flujo de capital y recursos en todos sus niveles. Sin embargo, en mercados emergentes como Latinoamérica, esta estructura todavía está en construcción. La clave frente a lo anterior: la profesionalización. De esta manera, se permite fortalecer cada nivel y lograr una integración efectiva, que aumente el capital disponible y transforme el escenario actual.
Es preocupante ver que, de las 1.547 startups que han recaudado una ronda seed en Latam, muchas no han logrado alcanzar una Serie A. Además, con los tiempos para apalancar financiamiento más largos, los fundadores tendrán que enfrentar decisiones difíciles dependiendo de la salud actual de su negocio. Por ejemplo, buscar nuevas fuentes de capital a través de una posible down run, recurrir a Venture Debt, explorar la venta de su startup o incluso tener que cerrar operaciones.
Es hora de dejar de lamentarnos y actuar. ¿Cómo podemos cambiar esta realidad? los fondos locales deben aplicar estándares globales en deal-making, gestión financiera y creación de valor más allá del capital. Esto facilitará la integración con VC’s internacionales y aumentará las oportunidades de co-inversión. Un ejemplo de ello, es Kaszek y Monashees, quienes ya han demostrado que es posible establecer estándares elevados y generar confianza a nivel global.
Al profesionalizar el ecosistema, logramos que los vehículos de inversión locales «hablen el mismo idioma» que los fondos de mercados desarrollados. Esto facilita la comunicación, la confianza y las oportunidades de co-inversión con inversores internacionales. A su vez, impacta positivamente en rondas de inversión más grandes para las startups, permitiendo así ir más allá de la Serie A.
Además, la profesionalización no solo se trata de atraer capital, sino también de expandir operaciones y entrar en nuevos países. Los emprendedores podrán acceder a mercados globales con mayor facilidad, abriendo nuevas puertas y oportunidades.
Latinoamérica ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años y a través de la profesionalización, el ecosistema puede seguir mejorando. La invitación es que todos los fondos sigan evolucionando y se conviertan en VC’s capaces de liderar rondas en etapas de crecimiento. Que puedan llevar adelante rondas Serie B y Serie C, y retener el valor para nuestros emprendedores regionales. La transformación está en nuestras manos. Es hora de actuar y construir un futuro más sólido y prometedor para el ecosistema emprendedor de Latinoamérica.