En el dinámico escenario empresarial de hoy, no se puede subestimar la importancia de la diversidad. Desde fomentar la innovación y la creatividad hasta mejorar los procesos de toma de decisiones, se ha demostrado una y otra vez que los equipos diversos superan a los homogéneos. Sin embargo, cuando se trata del impacto de la diversidad en la comunicación dentro de las empresas, hay un aspecto crucial que a menudo se pasa por alto: la desigualdad de género.
En América Latina a pesar de los avances en la atención de la desigualdad de género, las mujeres siguen enfrentando barreras significativas para su autonomía. La pobreza, la limitada participación en decisiones públicas y la falta de oportunidades económicas son obstáculos importantes. Datos recientes de la ANDI sugieren que cerrar la brecha global de género requerirá 131 años, lo que refleja la persistencia de estas dificultades.
Esta tendencia ha sido constante en diferentes ámbitos, generando la idea de que los hombres son los más adecuados para roles de autoridad y visibilidad en las organizaciones. En la vocería se ve reforzada por los estereotipos de género arraigados en la sociedad, y sobre todo en nuestra región, que asocian la masculinidad con cualidades como el mando y la confiabilidad, lo que hace que se prefiera a los hombres como portavoces en momentos críticos de comunicación corporativa.
Lo anterior se ve reflejado en la falta de equidad de género mediático, donde hay una menor presencia de mujeres como voceras empresariales, perpetuando la percepción de que los hombres son más aptos para este rol y limitando las oportunidades de liderazgo para las mujeres en la comunicación corporativa.
Por otro lado, las normas sociales a menudo establecen diferentes expectativas y estándares de comunicación según el género. A menudo se percibe a los hombres como más asertivos, seguros de sí mismos y autoritarios en su comunicación, mientras que las mujeres pueden enfrentarse a estereotipos que las caracterizan como emocionales, menos decididas o carentes de cualidades de liderazgo, eso sin ahondar a profundidad en el aprendizaje social perpetuado en el aprendizaje límbico de las mujeres que las lleva a tener miedo frente a lo que puedan opinar clientes, socios, jefes, inversionistas y colaboradores en relación a su apariencia cuando están expuestas públicamente .
Estos sesgos pueden influir en la percepción que el público, los medios e incluso dentro de las propias organizaciones tienen de los voceros corporativos, impactando en el nivel de autoridad que ejercen en sus funciones. Por ello, las iniciativas de diversidad e inclusión pueden nivelar el campo de juego al proporcionar igualdad de oportunidades en la vocería corporativa para hombres y mujeres.
Es hora de que las empresas reconozcan el potencial que tienen tanto hombres como mujeres para representarlos como portavoces. Al promover activamente la igualdad de género y crear una cultura que valore la diversidad, las organizaciones pueden garantizar que todas las voces sean escuchadas y respetadas. Esto no sólo conduce a mejores resultados de comunicación, sino que también fomenta un entorno de trabajo más inclusivo y de apoyo para todos los empleados.
Mi invitación, crear un entorno inclusivo y de apoyo, las organizaciones pueden empoderar a las voceras, lo que puede conducir a una toma de decisiones más efectiva y un mejor rendimiento general. Para abordar estas diferencias de poder, se pueden implementar estrategias como el entrenamiento en comunicación verbal y no verbal, el desarrollo de confianza fortaleciendo la asertividad, programas de mentoría y oportunidades de desarrollo de liderazgo adaptadas a las voceras con alto potencial.