Chile vivió recientemente un hito en el avance de la digitalización de los medios de
pago con la publicación del informe “Emisión de una Moneda Digital de Banco Central en Chile”.
Si bien el informe corresponde a una evaluación preliminar, aborda aspectos importantes y bastante novedosos para nuestro ecosistema financiero, destacando e análisis de los beneficios y riesgos asociados a la emisión de una moneda digital de Banco Central en Chile.

Con este anuncio, el Banco Central de Chile (BCCh) le está informando al mercado su intención de entrar de lleno a un mundo hasta ahora liderado por empresas disruptivas y startups innovadoras, inmersas en el ecosistema de monedas digitales, criptoactivos y sus derivados.

El Banco Central de Chile (BCCh) le está informando al mercado su intención de entrar de lleno a un mundo hasta ahora liderado por empresas disruptivas y startups

Una parte importante de esta iniciativa del BCCh se explica por el rápido aumento de las transacciones a través de medios de pago electrónicos, que en Chile desde el año 2020 superan las transacciones realizadas con efectivo. En su informe, el BCCh se refiere a los desafíos asociados a la emisión de una moneda digital dirigida al público general que, finalmente, permitiría a las personas utilizar esta forma de pago en sus transacciones cotidianas.

Entre estos desafíos, destaca el hecho que, con la emisión de una moneda digital, el BCCh se relacionaría de manera mucho más directa con el público en general, puesto que podría llegar a intervenir en los procesos de apertura y funcionamiento de cuentas, generando a la entidad posibles riesgos reputacionales que, directa o indirectamente, podrían afectar la adopción de ciertas políticas o criterios macroeconómicos.

Al mes de junio de 2022 existen diez países que tienen monedas digitales de bancos centrales en funcionamiento

La mayoría de los estudios internacionales clasifican primariamente a las monedas digitales según sus destinatarios, distinguiendo entre monedas digitales dirigidas al público general o retail, modelo analizado por el BCCh en su informe, y monedas digitales para ser utilizadas por las grandes instituciones del sistema financiero o wholesale.

Ahora bien, a nivel global, el estudio del BCCh no constituye una iniciativa inédita. Según lo informado por el Atlantic Council, al mes de junio de 2022 existen diez países que tienen monedas digitales de bancos centrales en funcionamiento y otros tantos que han iniciado programas piloto para su implantación.

Por ahora, los países que tienen esta clase de monedas digitales operativas son principalmente economías de Centroamérica que centralizan su autoridad monetaria en el Banco Central del Caribe Oriental, a los que se suman Bahamas, Jamaica y Nigeria, que anunció recientemente la implementación de su “eNaira”. Otros países que están llevando a cabo programas piloto de monedas digitales de banco central son Singapur, Corea del Sur, Malasia, China, Rusia, Suecia, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

La creación de una moneda digital para el uso del público en general, dentro de un proceso que permita una efectiva evaluación y mitigación de riesgos, podría presentar grandes beneficios

Además de estos esfuerzos nacionales individuales, ciertos grupos de países se han unido para buscar en las monedas digitales de banco central una forma más eficiente de realizar transacciones transfronterizas, fomentando el intercambio comercial y financiero. Hasta el momento, estas iniciativas se encuentran en fases de estudio o pruebas piloto. Dos ejemplos son el “Proyecto mBridge”, que reúne a Tailandia, Hong Kong, China y los Emiratos Árabes Unidos en conjunto con el Bank for International Settlements; y el “Proyecto Dunbar”, que impulsan algunas economías del sudeste asiático en conjunto con Sudáfrica y Australia.

En cuanto a la tecnología que se ha utilizado en forma más recurrente para implementar las monedas digitales, encontramos el Distributed Ledger, basado en el ya muy popular blockchain, como modelo predominante, lo que demuestra la confianza que esta tecnología ha logrado generar en desarrolladores y reguladores financieros.

Como ha señalado el BCCh en su informe, la creación de una moneda digital para el uso del público en general, dentro de un proceso que permita una efectiva evaluación y mitigación de riesgos, podría presentar grandes beneficios. Una moneda digital estructurada e implantada para ser utilizada por las entidades “mayoristas” del sistema financiero, también podría significar ventajas que, si bien e público en general no experimentaría en forma directa (aunque sí indirectamente), fortalecería la economía y fomentaría nuestro sistema financiero: se generarían eficiencias en los sistemas de compensación y liquidación, contribuyendo a la eficiencia de las transacciones y, en definitiva, a la digitalización de activos.

Esperamos ver en un futuro cercano instrumentos financieros, tales como bonos o
efectos de comercio digitales,
implementados por los distintos bancos centrales que
contribuyan a agilizar los mercados, faciliten transacciones transfronterizas y, en resumen, generen dinamismo, crecimiento y profundidad en los mercados financieros.