Hay países que están cambiando constituciones, otros en procesos eleccionarios
difíciles, o en impeachments a gabinetes, o en profundas crisis económicas.
Asimismo, la economía más grande de la región tiene de favorito a un expresidente que estuvo casi dos años preso, el front-runner de la próxima presidencial de la economía más grande del mundo tiene cinco causas judiciales abiertas y le hicieron una redada peliculera a su casa de veraneo.

Hasta las tensiones geopolíticas están en un punto altísimo respecto a las últimas
décadas. Para estos efectos da lo mismo quién tiene la razón, lo importante es que todo esto es señal de algo mucho mayor: se acabó por un buen tiempo el escenario donde los empresarios podíamos encontrar estabilidad política, prosperidad económica, certidumbre jurídica, y todo a la vez.

Las startups deben ser ágiles, livianas y escalables, que resuelven problemas realmente importantes y a grandes escalas

Hoy más que nunca las compañías navegan en un mar incierto, donde casi nada es proyectable como antes, por lo que sus líderes debemos esperar lo mejor y prepararnos para lo peor, por lo mismo debemos pensar construir empresas resilientes y pensar global, no solo para crecer, sino por sobre todo para diversificar el riesgo.

En este escenario, las startups tenemos que volver a las definiciones originales que se fueron deformando por el infinito capital y la vorágine de la transformación digital: las startups deben ser ágiles, livianas y escalables, que resuelven problemas realmente importantes y a grandes escalas. No compañías que esconden sus problemas abajo de pilas de venture capital o que centralizan su revenue en dos o tres grandes deals con un corporate que puede caerse en cualquier momento.

Se acabó por un buen tiempo el escenario donde los empresarios podíamos encontrar estabilidad política, prosperidad económica, certidumbre jurídica, y todo a la vez.

Hay que recordar que como startups por mucho tiempo, hemos sido un ejemplo en innovación y hemos estado siempre a la vanguardia de varios cambios de visión, percepción, estructurales, laborales y modelos, por lo que tenemos la misión de fortalecer este estándar. Operémonos de realidad y volvamos a las trincheras. Se acabó la Belle Époque.