La dinámica del ecosistema emprendedor en América Latina se encuentra en un momento de transformación profunda, marcado por una creciente aspiración hacia la globalización, que indiscutiblemente es necesaria. En ese contexto, la estructura piramidal del ecosistema de inversión desempeña un papel crítico, situando a los fondos de inversión en su vértice como catalizadores esenciales para el crecimiento y la expansión internacional.

Sin embargo, para que estos fondos cumplan con su papel, enfrentan diversas labores difíciles. En primer lugar, superar retos internos: fortalecer sus capacidades adoptando prácticas de gestión y operación que no solo sean robustas, sino también ágiles y adaptativas a las dinámicas del mercado global. Esto implica una profunda revisión de sus estrategias de inversión, la estructuración de sus equipos y la optimización de sus procesos, asegurando que puedan competir efectivamente en la arena internacional.

En segundo lugar, alinearse con estándares globales de eficiencia y estructura operativa, teniendo como entre sus obstáculos la necesidad de adaptarse a un entorno global que está en constante cambio, hasta la exigente tarea de atraer coinversiones con socios internacionales. Esta es una pieza clave en este proceso de transformación, la capacidad de los fondos Latam para establecer alianzas estratégicas con inversores globales.

La coinversión se presenta como una vía no solo para canalizar recursos financieros adicionales hacia la región, sino también como un medio para importar conocimientos, tecnologías y mejores prácticas que pueden enriquecer el ecosistema emprendedor local. Sin embargo, para atraer y sostener tales alianzas, los fondos de la región deben demostrar una estructura sólida y eficiente, que opere bajo los más altos estándares internacionales de transparencia, gobernanza y rendición de cuentas.

En esa línea, es imperativo entender que el desarrollo del ecosistema de inversión en Latam no se trata solo de potenciar startups o de incrementar la cantidad de capital disponible. Se trata de una evolución integral que incluye la capacitación de los gestores de fondos, la adopción de tecnologías avanzadas para la evaluación de inversiones y la gestión de riesgos, y la creación de un entorno propicio para la innovación y el crecimiento sostenible.

Esta evolución debe ser consciente de las necesidades y particularidades de la región, pero también exige estar firmemente anclada en las realidades y expectativas del mercado global. Para que América Latina se posicione como un jugador relevante en el escenario mundial de la innovación y el emprendimiento, sus fondos de inversión deben liderar con el ejemplo.

¿Qué significa lo anterior? no es solo buscar activamente startups con potencial global, sino también transformarse en entidades capaces de atraer, absorber y multiplicar la inversión extranjera. En última instancia, la fortaleza y la preparación de los fondos en Latinoamérica para operar en la arena global determinará la rapidez y la eficacia con la que la región puede ascender en la jerarquía económica mundial, transformando su potencial latente en un éxito tangible y duradero.

Este es el verdadero desafío que enfrentan hoy los fondos de VC, pero que también representan una oportunidad sin precedentes, y me lleva hacer la invitación: redefinir las estrategias, estructuras y operaciones para abrazar plenamente las posibilidades de la globalización.