«On being Lucksy»(lucky, de suerte en inglés), publicaba Sam Bankman-Fried (SBF) en un Tweet de 2020, hablando de la suerte que tenía y cómo sus años invertidos en jugar League of Legends no era el mejor costo-oportunidad versus su estado actual como uno de los hombres más poderosos del mundo crypto. 

Dos años después de ese tweet, la suerte está en jaque. La caídad de FTX: US$3 mil millones en deuda y sus efectos en el mundo crypto. 

FTX operaba como un banco no siéndolo. Tomaba plata prestada y la movía de un lado a otro manejando un liquidez mucho menor a la real. Todo centralizado en un mismo lugar, al contrario de la filosofía original de Satoshi Nakamoto, creador de bitcoin en 2008

La caída del segundo mayor exchange de crypto y su eventual “partner” Alameda Research (también de SBF) es el mayor escándalo del mundo crypto. Equivale a la burbuja de las punto.com de los años 2000.

SBF, hijo de dos abogados de Stanford y con perfil de alto riesgo, supuestamente tenía dos negocios que debían de operar separadamente (su exchange (FTX) y el trader “Alameda Research), pero se descubrió que utilizó en secreto fondos de clientes de FTX para rescatar a Alameda Research, lo que resultó en un agujero estimado de US$ 10 mil millones en los libros (deuda de Alameda Research hacia FTX). Por otro lado, las deudas a acreedores llegan a los US$ 3 mil millones y una serie de jugadas que está causando un efecto dominó en el mundo crypto. El 10 de noviembre pasado, FTX se declaró en quiebra, cambiando para siempre la historia del mundo crypto. 

Es el mayor escándalo visto hasta hoy no solo por la desvalorización de su token (FTT) o porque el fraude fue liderado por treintañeros desde una casa en las Bahamas (pagada, al parecer con dinero que no existía) ni por la deuda de US$3 mil millones que hoy tiene con al menos 50 acreedores. No. Lo es por el nivel de influencia que este caso conlleva: FTX materializa que la plata puede comprar influencia política y mediática. Con ello consiguió valorizar una compañía en más de $30 mil millones, ser el segundo mayor donante en la campaña del actual presidente de los EE.UU, Joe Biden, portada de la Revista Forbes y hasta armar su propia fundación de beneficencia. Todo esto, en menos de 4 años. 

Es el mayor escandalo visto hasta hoy no solo por la desvalorización de su token (FTT) o porque el fraude fue liderado por treintañeros desde una casa en las Bahamas (pagada, al parecer con dinero que no existía) ni por la deuda de US$3 mil millones que hoy tiene con al menos 50 acreedores

Te das cuenta que es el inicio del fin de los “no regulados” conglomerados de crypto cuando, sabiendo que es una industria que emula a la financiera se ejecutan los mismos trucos que antiguos conglomerados financieros tradicionales, también, alguna vez realizaron para tomar ventaja. 

SBF creó balances falsos, mal hechos en dónde la mayoría de su liquidez venía de activos que se referían a su propio token (FTT), era cara de causas beneficas como “Effective Austrism” para el cual armó un fondo llamado “FTX Future Fund” como mecanismo de donación, era uno de los mayores aportantes al partido Demócrata, se reunió con la SEC (Comisión de Bolsa de Valores de Estados Unidos) en más de una ocasión, manteniendo a su enemigo lo más cerca posible. Fue el caso de Enron en 2001, es el caso de FTX en 2022. 

Esto es como si un grupo de jugadores de poker al estilo del Gran Gatsby, apuestan el dinero de otros desde una isla del Caribe. Esto se hace bajo sus propias reglas y con la avaricia que nos da la inmadurez. Todo avalado por medios de comunicación que dan voz a su fundador quien, sin ningún miedo a perder su apuesta, públicamente habla de posibles Ponzi schemes e insolvencia financiera en la industria de la cual es uno de los grandes lideres. 

Mientras esto ocurría, Alameda Research recibía por una puerta oculta (millones) de FTX, invirtiéndolos a un alto riesgo. ¿Cómo nadie se dio cuenta? Los activos que comercializaban nunca fueron informados en el balance general. Violando así no solo los términos de servicio de FTX, sino que las leyes de valores de los EE.UU

En fácil: FTX operaba como un banco no siéndolo. Tomaba plata prestada y la movía de un lado a otro manejando un liquidez mucho menor a la real. Todo centralizado en un mismo lugar, al contrario de la filosofía original de Satoshi Nakamoto, creador de bitcoin en 2008.

Mientras esto ocurría, Alameda Research recibía por una puerta oculta (millones) de FTX, invirtiéndolos a un alto riesgo. ¿Cómo nadie se dio cuenta? Los activos que comercializaban nunca fueron informados en el balance general. Violando así no solo los términos de servicio de FTX, sino que las leyes de valores de los EE.UU.

Estas son las dos instituciones que todos escuchamos, pero la verdad es que bajo el mando de los 3 fundadores (SBF, Gary W. y Nishad S.) existían otras 100 compañías relacionadas entre ellas (juridicamente constituidas en países como Japón, Estados Unidos y Antigua). La inmadurez, la concentración de poder en la toma de decisiones, es, probablemente, otra de las grandes causas de este debacle. 

Para cerrar, el viernes pasado, se anunció la sentencia de 11 años de cárcel para Elizabeth Holmes por estafa a inversionistas con Theranos, su startup para análisis de sangre valorada en algún momento en US$ 9 mil millones. Holmes no programó “accounting backdoors” para sacar dinero, no se auto-prestó un crédito de mil millones para uso personal, no compró casas en las Bahamas con la plata de sus clientes, no era una de las principales donantes a partidos políticos ni medios. Dicho ello, veamos cómo juega la suerte para SBF.

Columna escrita por CRP desde Lisboa, Portugal.