En 2017, un estudio de McKinsey titulado «Product Managers for the Digital World» señalaba que el profesional de producto del futuro desempeñaría, cada vez más, el rol de «mini-CEO,» siendo responsable de conectar diferentes áreas y tomar decisiones alineadas con los objetivos de negocio.
Siete años después, podemos afirmar que esta tesis se ha confirmado. Los reconocidos PM’s han ganado protagonismo dentro de las empresas tecnológicas, y su labor se considera fundamental para el éxito organizacional. Una muestra de ello es una investigación reciente encargada por ValueOps by Broadcom, que revela que el 84% de las empresas están migrando de un enfoque orientado a proyectos hacia una filosofía centrada en el producto, y el 94% confirma que las soluciones de gestión de productos digitales facilitan la transformación digital.
Este potencial radica en que el objetivo principal del equipo de producto no es –contrario a lo que podría pensarse– crear y lanzar nuevas funciones, soluciones y herramientas digitales, sino mitigar riesgos mediante estrategias que alineen las necesidades y demandas de los usuarios con el posicionamiento de marca y el plan de negocios de la empresa. Para lograrlo, es esencial aplicar una serie de metodologías y prácticas que permitan identificar los mejores caminos para crear productos tecnológicos verdaderamente innovadores. A continuación te detallo algunas:
La primera es la etapa de la «Investigación». Esta debe realizarse de forma continua, se conoce como discovery entre los profesionales de producto. Es esencial para comprender las expectativas de los usuarios y los clientes potenciales respecto a la empresa y sus soluciones.
El proceso de investigación se basa principalmente en la realización de estudios tanto cualitativos como cuantitativos. Para los equipos de producto atentos y comprometidos, todo puede ser una fuente de descubrimiento: tickets del equipo de soporte, NPS, datos de uso del producto e incluso análisis de segmentación de clientes proporcionan datos cuantitativos valiosos que ayudan a dimensionar las principales problemáticas.
Complementariamente, entrevistas, conversaciones con equipos en contacto directo con los clientes, y análisis de comentarios enriquecen la investigación cualitativa. Esto genera insights sobre casos de uso, experiencias con la competencia y oportunidades no atendidas para ofrecer mayor conveniencia y eficiencia. Una vez comprendido el problema del cliente, el siguiente paso es el discovery de soluciones, donde se mapean alternativas viables e impactantes
Luego encontramos la «Priorización«. Que corresponde a un proceso de discovery que suele generar una amplia gama de ideas para herramientas y soluciones que pueden mejorar la vida del usuario y aportar ventajas competitivas a la empresa. Aquí surge el riesgo de intentar abarcar demasiado, lo que puede derivar en la pérdida de enfoque. La clave para evitarlo es priorizar.
Una metodología comúnmente utilizada para este propósito es el modelo RICE (Reach – alcance, Impact – impacto, Confidence – confianza, Effort – esfuerzo). Estimando el impacto de las iniciativas en estas dimensiones y alineándose con diferentes partes interesadas, el equipo de producto puede equilibrar lo más relevante para la satisfacción del cliente, el crecimiento de la empresa y la sostenibilidad operativa.
Por otro lado, está la «Definición del producto». Es una parte del proceso de priorización que implica evaluar qué tan esencial será una nueva función para la experiencia del cliente. El modelo Kano es una herramienta útil en este análisis, clasificando innovaciones en cuatro categorías: Must-haves; Performance; Delight; e Indifferent.
Así se da paso a la «Medición de datos», que con un análisis detallado de métricas y objetivos claros, el equipo de producto puede monitorear continuamente el impacto de sus decisiones. Cuando un lanzamiento no cumple las expectativas, es crucial realizar ajustes rápidos basados en datos de uso, comentarios y KPIs, garantizando que la solución aporte valor real tanto al cliente como al negocio. Ya por último, se encuentra la «Iteración constante», un proceso cíclico y continuo. Se trata de mejorar, optimizar y lanzar novedades constantemente. Destacan quienes cometen menos errores, entregan más valor y logran sorprender, sin perder de vista la sostenibilidad del negocio.