A fines del 2023, el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI) lanzó el reporte de patentamiento de universidades chilenas, que analizó la evolución de dicho proceso entre 2000-2022. Indiscutiblemente, el informe muestra cómo las universidades nacionales han mostrado un crecimiento sostenido en el número de registros de patentes, alcanzando el 45% de las solicitudes de patentes presentadas por residentes en 2022.

Las cifras dan cuenta del importante rol que tienen las universidades en el ecosistema nacional de innovación y, sobre todo, de la importancia que tienen las Oficinas de Transferencia y Licenciamiento para llevar a cabo estos procesos, dado que no es coincidencia que este crecimiento suceda desde 2013, fecha en que estas unidades nacen en las universidades.

El estudio no sólo muestra un aumento de solicitudes de patente de las universidades, sino que la tasa de concesión llegó al 64%, evidenciando que la calidad de las innovaciones presentadas tiene los méritos técnicos suficientes para que el Estado otorgue el monopolio de la patente. Sin embargo, no podemos caer en el conformismo con estos indicadores, ya que las patentes no son un fin en sí mismo, sino parte de los indicadores de innovación que miden el progreso tecnológico de los países.

Un punto preocupante del informe es la baja tasa de patentamiento que tiene nuestro país al compararlo con los países más innovadores que tienen una población similar a la nuestra. En 2022 el número de solicitudes chilenas de patente de invención y modelos de utilidad alcanzó las 469, muy por debajo de las 32.000 solicitudes de los Países Bajos o las casi 50.000 de Suiza.

Por otra parte, el estudio refleja el poco uso de los modelos de utilidad como mecanismo de protección de las innovaciones en nuestro país, representando sólo el 4% del total de solicitudes de patente. Probablemente se debe a que este tipo de activos de propiedad intelectual no responde a resultados directos de los proyectos de investigación de las universidades, aunque también muestra una oportunidad para una mayor participación de la educación superior técnico-profesional en el ecosistema de innovación chileno, entidades mandatadas a desarrollar este tipo de innovaciones. Algunos países de ingresos medios e incluso altos, han fomentado los registros de modelos de utilidad como parte de su estrategia de innovación, y ello se refleja en un aumento del número de registro, como es el caso de Australia, Indonesia y Turquía.

El gran desafío que tenemos en Chile apunta a la tasa de conversión de las patentes en soluciones innovadores que estén disponibles para la sociedad y el mercado. ¿Cuántas de estas patentes se transfieren efectivamente al mercado? ¿Cuántas de ellas contribuyen a generar nuevas empresas y empleos? ¿Cuántas contribuyen a resolver los grandes desafíos que encaramos?

Entonces, debemos concentrarnos en aumentar y diversificar el número de patentes de residentes para que ese peso no recaiga sólo en las universidades, sino también en institutos profesionales y centros de formación técnica, emprendimientos de base científico-tecnológicos y empresas. Asimismo, debemos lograr que esas patentes sean capaces de contribuir al desarrollo económico y social del país, a través de soluciones innovadores que estén disponibles para los ciudadanos, creación de nuevas empresas y oportunidades de nuevos y mejores empleos.