Paula Enei, socia y directora de Platanus Ventures -la incubadora destinada a acelerar startups tecnológicas-, nos contó sobre la experiencia que la llevó a ser parte de la aceleradora. Además, nos entregó su visión acerca del ecosistema de emprendimientos nacionales y algunas pistas sobre lo que buscan en un equipo de fundadores, a la hora de seleccionar una generación. 

Cuéntanos sobre ti, ¿quién es Paula Enei? ¿Cómo llegaste a liderar Platanus Ventures?

En términos profesionales, yo me adentré en este mundo de las startups como el 2014, por ahí. Soy psicóloga de formación profesional, pero nunca me he dedicado. La psicología se relaciona a mí porque siempre me ha interesado impactar de forma positiva la vida de las personas, pero no me llamó tanto hacer terapia, me faltaba algo más dinámico. Cuando me titulé, me asocié con mi hermano Gonzalo y armamos El Vaso Medio Lleno, que era una plataforma de contenidos positivos.

Lo que quisimos replicar fue un “BuzzFeed” a través de una línea editorial de noticias positivas, generando branded content que no era tan conocido en ese tiempo. De esta forma aprendí sin antes tener idea sobre el mundo startup, logrando una audiencia importante con cerca de 23 millones de visitas en Latinoamérica el primer año. 

Así entramos a Start-Up Chile y ahí yo considero que empezó mi carrera. Supe lo que era Y Combinator (YC) y otras cosas que estaban pasando. Es demasiado enriquecedor rodearte de otros fundadores, especialmente en un espacio como es el de Start-Up Chile. Nos fue bien ahí, pero creo que a Gonzalo y a mí, que éramos first-time founders, nos faltaba experiencia comercial y nos costó muchísimo encontrar nuestro modelo de negocios. 

Es súper difícil aún para cualquier medio, es una industria cuyo modelo de negocios está en crisis total. Hay algunos que han optado por pedir donaciones y otros que están buscando otras formas para monetizar. Nosotros no logramos darle en el clavo por ese lado, pero sí crecimos nuestra audiencia a 35 millones de vistas de contenido al mes. Nos entrevistaron en YC, de hecho, fuimos a la sede principal en Mountain View.

Ahí me enamoré de YC y su estilo. Yo venía con un concepto de ser recibida en un gran edificio con un aire más corporativo, sin embargo era un galpón súper sencillo, pero acogedor. Siento que representa muy bien el espíritu de estos inversionistas, de enfocarse en lo importante, todo lo que es adorno no es tan relevante. Me gustó eso, me llamó la atención y creo que es el camino. Es bien diferente a los latinos que tendemos a disfrazarnos un poco más, a darle más color a las cosas. 

Si tú entras a YC te llaman, si no te llega un mail. Nos llegó el mail y fue triste. Nos desinflamos porque no nos sentimos tan a gusto en el mundo de la publicidad, no era nuestro mundo de estudio y lo que fuimos encontrando no nos cautivó. Creo que es súper importante que los fundadores se sientan cautivados por el problema o por la industria, sino te desinflas mucho. 

Ahí me apareció la oportunidad de trabajar en Start-Up Chile. Me invitaron a ser parte del staff y en ese momento acepté por dos razones: tenía ganas de seguir conectada al ecosistema de emprendimiento y también por una sensación de gratitud. Tenía ganas de devolverle la mano a la gente que creyó en mí. Ahí entré a Start-Up Chile, mientras mi hermano se puso con otra empresa de turismo que se llamaba Ruta África, buscando su camino. 

Dejamos El Vaso Medio Lleno ahí y murió este año. Yo pienso que si hubiera tenido más mentoría de alguien fundando empresas tecnológicas, o más experiencia, le podríamos haber dado una vuelta. Teníamos algo entre manos, pero no nos dio para más.

En Start-Up Chile yo partí liderando la comunidad, que es bien importante. En un programa que apoya a más de 200 startups al año, la comunidad es un asset invaluable y eso lo sigo pensando. Después hice varias cosas: en algún momento hice scouting y lideré el área internacional. Es súper líquida la organización, así que vas cambiando de acuerdo con los desafíos que se van presentando. Lo último que alcancé a hacer fue ser la directora de aceleración del programa. Fue por poquito porque fui mamá, entonces me tomé mi prenatal y postnatal, pero a la vuelta no volví a Start-Up Chile, sino que empecé con Platanus Ventures.

Ahora, con Platanus, queremos formar una comunidad de fundadores talentosos que se apoyen y, en el fondo, que se vayan convirtiendo en parte del atractivo del programa mismo. Que sean gallos que vayan logrando muchas cosas, que vayamos creando y apoyando ese talento que a veces es incipiente y a veces es un poco más maduro.

Platanus es una fábrica de software que lleva varios años en el mercado. Sus fundadores son emprendedores que hicieron varias cosas antes y llevaban harto tiempo haciendo de manera muy informal lo que hacemos hoy, es decir, apoyar a startups que están recién empezando. Daban una visión estratégica de cómo llevar el negocio, de qué cosas se pueden hacer -a partir de la experiencia que tenían ellos mismos- y todo lo que es el traspaso de metodologías de desarrollo de Platanus. 

En algún momento, Agustín y Jaime decidieron formalizar este apoyo que llevaban muchos años haciendo a las startups y con eso nace Platanus Ventures, que es una aceleradora que apoya a emprendimientos que están en etapas tempranas y que tiene un fuerte foco en el desarrollo tecnológico. Agustín me escribió porque les tincaba que me sumara al equipo como socia, así que nos juntamos y me contaron en qué estaban. Obviamente, dije que sí. A mí, por un lado, me gusta mucho ayudar a las personas y, si son founders, sin duda iba a decir que sí. Por otro lado, encontré increíble asociarse con personas como Jaime, Agustín, Andrés y Joaquín, que son todos mis socios. Creo que es importante admirar a la gente con la que uno trabaja. Ellos inspiran eso en mí desde antes de conocerlos y ahora aún más.

En base a lo que viste en YC y tu experiencia personal ¿Cómo se aplica este conocimiento en Platanus Ventures?

Hace falta que existan fundadores que quieran apoyar a otros fundadores, ya sea desde el lado de la inversión o de las mentorías, pero respetando mucho ese espíritu de ser founder friendly. Faltan personas que no solamente te den plata o mentorías gratis, sino que entiendan realmente el dolor, que hayan recorrido los altos y bajos que significa tener una startup. Al final, a las startups siempre les conoces el lado bonito, pero pasaron un millón de cosas malas antes de que les pasara una buena y esa experiencia es súper valiosa. El nivel de consejo que puedes recibir de parte de gente que ha hecho cosas increíbles y que las ha hecho bien, que también se ha equivocado, no se puede conseguir de alguien que no lo ha hecho.

Falta gente con experiencia en startups tecnológicas que sea capaz de apoyar a otros fundadores que están empezando con su empresa y creo que ese es un gran valor que tienen los socios de Platanus Ventures. Nosotros les ofrecemos a las startups acceso a una red de fundadores, que son los de Fintual, los de Buda.com y otros que no son chilenos. Además, en este caso y felizmente, son fundadores que les ha ido bien. Entonces, es bacán, les ahorra mucho tiempo y plata a las startups. En la primera generación de Platanus Ventures hubo varios casos de éxito y ahora ellos forman parte de nuestra red de alumni. Estoy tan segura de que van a poder devolverle tanto conocimiento y know-how a las startups que están recién entrando, que se genera como un círculo virtuoso.

¿Cómo se genera confianza con quienes vienen llegando? ¿Qué evalúan cuando hacen su selección entre estos equipos de emprendedores?

A nosotros nos interesa mucho apoyar a buenos equipos, nos fijamos en eso. Lo demás -la idea, el mercado- es importante, pero creemos que si tú tienes buena materia prima, por así decirlo, vas a ser capaz enfrentar todos los desafíos de forma ágil. Nos gustan los fundadores que no haya que llevarlos de la mano todo el rato, a quien le presentas una oportunidad y tienes la seguridad de que va a hacer cosas buenas con ella, que va a ir resolviendo los desafíos inteligentemente.

En esta generación, tenemos a dos equipos que están conformados por jóvenes que dejaron la universidad porque están convencidos de que su startup va a funcionar, y nosotros también. Estamos convencidos de que ellos, como equipo, van a lograr cosas increíbles. Nos da FOMO –fear of missing out o miedo a perderse de algo- al conversar con ellos. Al terminar una entrevista, nos preguntamos si nos dio FOMO: si la respuesta es sí, entonces tienen que entrar. Es difícil el tema de la selección, porque no hay un manual, una métrica única que sea relevante, ni una regla. Hay mucho que es de feeling nomás.

Entre la idea, el equipo, la tecnología, la potencialidad de mercado o la valorización, ¿qué pesa más hoy día? 

Es un conjunto de todas esas cosas, pero, de todas maneras, el equipo es lo que más pesa. Nosotros elegimos y apoyamos equipos que sí o sí tengan un director de tecnología (CTO). Un error común -bueno, no sé si es un error-, pero una de las cosas que nos quitan las ganas de invertir es ver un equipo que tiene un CTO que tiene menos del 10% de la empresa. Es como un fiel reflejo de lo importante que siente ese equipo que es el rol de la tecnología en su startup. Nosotros creemos que el CTO es fundamental. Son los equipos conformados por un CTO y una persona más comercial, probablemente.

Les hacemos muchas preguntas personales también, como de dónde se conocen. Si son hermanos, cómo fue relación en la infancia y, si son pareja, cómo ha sido esto para su matrimonio. Así vamos conociendo bien a los fundadores, hasta que, de repente, todo sale bien con alguno, todo encaja. Así sabes que lo que hagan, lo van a hacer bien. La idea es relevante, pero un poquito menos que el equipo.

¿Cuál fue la lección más importante que les quedó de la primera convocatoria? ¿Han ido cambiando cosas con el know-how adquirido?

Nosotros estamos súper inspirados en YC y queremos tratar de que existan alternativas así en Latinoamérica. Nos gusta mucho respetar este espíritu founder friendly, de que esto está hecho para las startups y queremos que les vaya bien. Para eso, por ejemplo, firmamos vehículos de inversión, como el SAFE. Muchos te dicen que no se puede firmar y a nosotros nos ha ido bien, se ajusta a las necesidades de las startups y no han tenido problemas para levantar capital posteriormente. En eso nos inspiramos y nos fue bien. Aprendimos que se podía.

Otra cosa que aprendimos fue que nosotros, en la primera generación, pedíamos un 10% de promesa de equity de las startups y nos dimos cuenta de que era alto, así que bajamos a 7% en esta segunda generación. 

Aprendimos también que lo que más valoran las startups son las conversaciones que tienen con los fundadores experimentados. Cada dos semanas se juntan todas las startups. Cada una tiene quince minutos para contar algún problema que hayan tenido, o algo que quieran hacer para lo que necesiten feedback, y los fundadores bacanes -como Pedro Pineda, Agustín Feuerhake o Jaime Bunzli- conversan. Esa es una conversación impagable, ya que no sólo conversan sobre sus desafíos actuales, sino que escuchan los consejos que se les dan a las otras startups y eso es tremendamente beneficioso.

El uso de instrumentos como el SAFE es un elemento diferenciador de ustedes, ¿cómo llegaron a levantar estos fondos? ¿Cómo hicieron ese llamado a los inversionistas?

Nosotros no estamos apalancados por Corfo, eso es lo primero. No tenemos fondos públicos. Todos nuestros inversionistas son emprendedores que han hecho cosas. La mayoría son emprendedores tecnológicos con mucha experiencia, que al tiro creen en la oportunidad, al tiro creen en ti como equipo.

En la primera generación nos atrevimos a hacer una ronda virtual. Un dolor que existe en Latinoamérica en general, y en Chile en particular, es que los Demo Days y eventos de este estilo tienden a ser oportunidades para dar a conocer tu producto y tal vez generar leads de venta y cosas así, pero rara vez son para levantar capital. Eso es lo que hace YC, que en sus Demo Days lleva inversionistas calificados y ese mismo día las startups levantan casi todas sus rondas o generan todos los leads con inversionistas para cerrar rápido. Entonces, nosotros queremos que los emprendedores no pierdan tiempo y energía en estos procesos de levantamiento de capital que pueden ser eternos, el más rápido dura 3 o 4 meses. Nuestras startups lograron levantar gran parte de sus rondas en 72 horas en ese Demo Day y las terminaron de cerrar todas antes del primer mes, consiguiendo la plata que querían. Eso fue un aprendizaje y una victoria.

Por un lado están las intenciones que uno tiene y lo que a uno le gustaría que pasara, pero otra cosa es cómo responden los inversionistas: si de verdad hay un interés de su parte por invertir con instrumentos de riesgo como el SAFE o si realmente van a poner su plata teniendo sola una reunión con cada founder. Nosotros no sabíamos lo que iba a pasar, era súper experimental. Estábamos abiertos a que pasara todo, o sea, podía ser un fiasco, pero no teníamos miedo a perder. Resultó bacán, así que sí o sí lo vamos a repetir en esta próxima generación.

¿Cómo se maneja el riesgo de que alguna startup falle?

Por eso los equipos son tan relevantes. Nosotros, cuando seleccionamos a la primera generación -justo antes de que el Covid-19 atacara a Chile fuertemente, que se cerrara todo y que todo cambiara-, apoyamos a una startup que en ese tiempo era una plataforma donde las empresas podían arrendar maquinaria pesada. Obviamente, toda la construcción, el agro y todas las industrias se detuvieron, por lo tanto, para ellos fue muy difícil ese momento.El recorrido mental que hace un founder cuando se da cuenta de que quizás la cosa no va tan bien, después de haber invertido tanto tiempo y cuando algo tan contextual te ataca, es difícil. Ese es un proceso en el que nosotros pudimos acompañar tan bien a esa startup en particular, que terminó pivotando dentro del programa y ahora es una FinTech. O sea, cambiaron de industria y ahora están felices. La experiencia de los founders que apoyan a nuestros emprendedores les ayudó mucho a ahorrarse tiempo y a construir algo nuevo que, efectivamente, tuviera una oportunidad de mercado. Ellos son parte de nuestro portafolio ahora y nosotros los amamos como la FinTech que son, y no como el Marketplace que entró en su momento.