Más allá de los resultados del pasado 21 de noviembre y de lo que vaya a pasar el próximo 19
de diciembre, de algo estamos seguros, y es que necesitamos un liderazgo que sea capaz de
ver las verdaderas necesidades del país, de Arica a Punta Arenas, extrapolando intereses y
velando por el bien común.

Con un 47,37% de participación ciudadana, vemos un alto porcentaje de chilenos que por
variadas razones no están llegando a las urnas, pero a su vez, una importante participación
que muestra un compromiso con los procesos democráticos y su validación, lo cual permite
seguir construyendo y avanzando como sociedad.

Algo que debe tener claro para todo aquel que gobierne o busque impulsar el emprendimiento, es que llegó la hora de mirar la economía y a sus actores de una nueva forma, donde se actualice la relación entre el Estado y sus vectores movilizadores, como lo son los emprendedores, y por sobre todo, se sepa categorizar en forma correcta las etapas del emprendimiento.

Un claro ejemplo de ello son los emprendedores, quienes, a pesar de encontrarse en una incertidumbre generalizada, toman su rol dentro del país mostrando su interés por ser parte de la discusión, exigiendo un gobierno y autoridades que sean capaces de valorizar su aporte en el desarrollo del país y entender cuáles son sus verdades necesidades hoy.

En esta línea algo que debe tener claro para todo aquel que gobierne o busque impulsar el emprendimiento, es que llegó la hora de mirar la economía y a sus actores de una nueva forma, donde se actualice la relación entre el Estado y sus vectores movilizadores, como lo son los emprendedores, y por sobre todo, se sepa categorizar en forma correcta las etapas del emprendimiento. En Chile, las scale-ups o empresas medianas son clasificadas como grandes empresas, lo que es problemático porque estos emprendimientos, debido a su naturaleza de crecimiento acelerado, no suelen tener la estructura ni la estabilidad apropiada para enfrentar las exigencias diseñadas las para grandes compañías.

Si bien los emprendedores están acostumbrados a navegar por situaciones de incertidumbre y
riesgo, debemos ser capaces de construir una estrategia país, más allá de quien sea nuestro
próximo presidente, que exponga unidad y de certidumbre de que Chile es un país donde se
pueda crecer e innovar como emprendedor.

Valoramos la incorporación del emprendimiento en los programas de gobierno, y el interés de reunirse con variados actores, pero esta temática debe continuar, es la única manera de que se entiendan las necesidades y dolores del emprendedor, generando de esta forma políticas públicas eficientes y con impacto.

En otros países, empresas de esta categoría que generan impacto económico, medioambiental y social en sus comunidades con ventas de, por ejemplo, más de US$ 30 millones anuales, disfrutan de beneficios como: menores impuestos proporcionales de grandes empresas y exención de comisiones bancarias; incentivos tributarios no sujetos a tamaño, acceso a programas gubernamentales de asesoría o ayuda en materia financiera y alivio a
distintas formas de burocracia.

Logremos imaginarnos cómo se fortalecería nuestro ecosistema si empezáramos a pensar así.
Hoy tenemos una base importante de empresas medianas generando un aporte brutal en
materia de triple impacto. Este tipo de empresas nos reubican en la dinámica económica que
requiere el futuro, generando empleos de calidad y de base científico tecnológica,
con un
impacto social y ambiental que respeta las nuevas necesidades de la sociedad en su común.
Por ello, si súmanos otros beneficios, mayor visibilidad y les damos acceso a nuevas
oportunidades el impacto sería mucho mayor.

Debemos entender como país el impacto que tiene el emprendimiento en la economía, en la reactivación y en la generación de empleos de calidad siendo por lo mismo un gran impulsor de movilidad social.

Valoramos la incorporación del emprendimiento en los programas de gobierno, y el interés de
reunirse con variados actores, pero esta temática debe continuar,
es la única manera de que se
entiendan las necesidades y dolores del emprendedor, generando de esta forma políticas
públicas eficientes y con impacto.

Debemos entender como país el impacto que tiene el emprendimiento en la economía, en la reactivación y en la generación de empleos de calidad siendo por lo mismo un gran impulsor
de movilidad social. Las externalidades positivas del emprendimiento están a la vista, por lo
que incentivarlo en esencial para el desarrollo sostenible económico de Chile en los próximos
años.