- “Hay un montón de beneficios que se pueden obtener y que siempre se han mirado en menos. Hemos ido descubriendo cada vez más que estas algas tienen potencial en temas de agricultura, alimentación y procesos industriales", señala Pablo Fernández, general partner de Zentynel Frontier Investments y Fondo Alerce VC.
Al escuchar la palabra algas, muchos piensan en esa sustancia viscosa que se acerca, sigilosamente, usando la marea como vehículo, a sus pies durante una tarde de verano. Otros evocan las decenas de largas tiras de cochayuyo que se posan a la orilla de la playa. Sin embargo, este organismo que no califica como planta, hongo ni bacteria, es un elemento que ofrece infinitas oportunidades para emprendedores de todo el mundo.
Sin ir más lejos, hace unos meses la Unión Europea anunció que invertirá €50 millones en nuevas empresas de fermentación de precisión y alimentos a base de algas durante el 2024. En Latinoamérica, la innovación biotecnológica con este recurso también está concentrando las miradas de los inversionistas.
Como general partner de fondos como Zentynel Frontier Investments, enfocado en startups de biotecnología en Latinoamérica, y el Fondo Alerce VC, Pablo Fernández tiene experiencia en el rubro de la innovación con algas: “Son un supply súper interesante pero al mismo tiempo muy desafiante. Hay una serie de consideraciones respecto a su origen y extracción: debe ser sustentable y contar con certificaciones. Es un recurso natural que puede ser muy bien aprovechado pero debe ser sustentablemente aprovechado. El desafío no es que no sea una depredación de las algas marinas, sino que se exploten de manera sustentable”.
A pesar de las dificultades, Fernández evalúa de forma positiva a estas especies y ve un alto potencial para su uso en distintas áreas. “Hay un montón de beneficios que se pueden obtener y que siempre se han mirado en menos. Hemos ido descubriendo cada vez más que estas algas tienen potencial en temas de agricultura, alimentación y procesos industriales. Se han empezado a observar que ciertos elementos de las algas pueden ser potenciales de crecimiento para ciertos cultivos, y ahí creo que hay un área importante que se puede explotar”, explica el inversionista chileno.
Desde pellets hasta snacks saludables, te invitamos a conocer el creciente mercado de las algas en Sudamérica a través de la historia de quienes, hoy, crean con ellas.
Huiro Regenerativo: regenerando océanos con el poder de las algas
Con la ayuda de un modelo de cultivos colaborativos, esta startup chilena busca regenerar los ecosistemas marinos con la ayuda de algas. Fundada en 2021 por María José de la Fuente y Sebastián Gatica, desde Huiro Regenerativo proponen un modelo colaborativo de cultivo de algas entre las comunidades costeras y la industria acuícola. Así, desean responder a los desafíos de ambos actores y lograr una regeneración ambiental, social y económica de los ecosistemas costeros.
“Mi misión de vida es regenerar los océanos y creo que la forma más cercana de hacerlo es a través de las algas”, expresó María José de la Fuente al ganar el Premio Nacional de Innovación Avonni en la categoría Acción Climática y Biodiversidad Arauco 2023. En Huiro, ofrecen tanto algas en formato húmedo, seco y molido, como servicios de soberanía y de modelo regenerativo para las industrias, además de capacitaciones y estudios de impacto ambiental a la comunidad.
El lugar donde todo empezó: CoLab UC
Sebastían y María José se conocieron en CoLab UC, el laboratorio de innovación social de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Él director y ella estudiante de doctorado, colaboraron durante media década en un proyecto de Fishlab, un laboratorio de pesca artesanal sostenible. Estuvieron trabajando durante un largo tiempo con comunidades costeras: entendiendo las dinámicas de las cadenas de valor y conociendo la realidad de los pescadores.
Paralelamente, Gatica trabajaba en la generación de empresas regenerativas, es decir, negocios que son capaces de reponer y conservar los recursos naturales con los que producen sus servicios. Y Maria José avanzaba en su doctorado de biología marina en temas ligados con algas. Al unir sus experiencias crearon Huiro Regenerativo, como una alternativa para transformar la producción hacia un nuevo paradigma en las comunidades costeras: hacer de una lógica extractiva, una regenerativa.
“Acá el objetivo final, no solo son las algas en sí, sino que es una industria que tiene un potencial de proteína, de fibra, de ser alimento para el futuro, de atrapar carbono y, a la larga, secuestrarlo; en fin, una serie de potencialidades, pero a través de ellas, lograr inspirar y fomentar esta transición de una economía extractiva a una economía regenerativa”, sostiene Gatica.
Actualmente, la chilena están levantando nuevos socios que “vayan complementando a los equipos que ya tenemos y vinculando a Huiro a un ecosistema mundial que está liderando la aproximación y las oportunidades que existen en la industria de las algas, pero desde una mirada de cuidado, de sostenibilidad y regeneración”, explica el CEO de Huiro. “También estamos explorando otras industrias como de alimentación humana, de alimentación animal, de fibra, de packaging; distintas industrias que hoy en día están interesadas en el potencial de las algas”.
Thalasso: convirtiendo el sargazo en una oportunidad
¿Puede una plaga convertirse en una oportunidad? Para la startup mexicana-noruega Thalasso, la respuesta es sí. Decididos a paliar los efectos negativos de la alga sargazo en México, Paulina Zanela y Frode Sonstebo se unieron el 2020 para innovar y convertir esta plaga en un elemento valioso para distintas industrias.
“El estado de urgencia de resolver el impacto negativo que está generando la presencia de sargazo en México y otros 47 países nos inspiró a trabajar para resolverlo. Durante el camino nos enamoramos de esta macroalga, que tiene propiedades e ingredientes súper interesantes que pueden tener un impacto positivo en el mundo”, explica Zanela.
Así la empresa de economía azul, ha dedicado los últimos años en estudiar la recolección y transformación del sargazo en ingredientes de alto valor que pueden mejorar la salud de las personas y el planeta. Específicamente han desarrollado embarcaciones eléctricas y no tripuladas que se dedican a la recolección de sargazo cerca de la costa. A la vez han formado una red de micro-biorefinerías que pueden transformar el sargazo en ingredientes que se utilizan en diferentes industrias como la alimenticia, alimento para animales, farmacéutica, nutracéutica, bioplásticos, agricultura, cosméticos, textiles etc.
“Nuestras refinerías caben en contenedores y se pueden operar muy cerca de la costa, evitando costos logísticos de transportación y reduciendo la huella de carbono asociada a los mismos. Estamos desarrollando un proceso de extracción secuencial para aprovechar la mayor cantidad de la biomasa y cada día con un proceso mucho más verde”, aclara Zanela.
De acuerdo a Zanela, algunos de los desafíos que hay en la industria del procesamiento de algas marinas son «la falta de un marco regulatorio claro, la incertidumbre en latinoamerica por tratarse de una industria nueva en este lado del mundo, y transmitir este sentido de urgencia por transformar este reto medioambiental en una nueva fuente de economía basada en el uso sostenible de recursos marinos para el Caribe”.
De la Patagonia al mundo: la historia de Coral Bio
Daniel Gajardo es cofounder de Coral Bio junto a Tamara Akentjew. La biotech crea ingredientes industriales sostenibles a partir de las algas: con procesos de bioreffinería, se logran materias primas que luego pueden ser utilizadas por empresas para fabricar productos sostenibles desde alimentos hasta cosméticos.
Sin embargo, esta no es la primera vez que Gajardo trabaja con algas. Antes de crear Coral Bio, era parte de una empresa que creaba bioplásticos a partir de algas. Durante esa experiencia, conoció las dificultades de encontrar extractos sostenibles a escala. Akentjew, desde su vivienda en la Patagonia chilena, observó la dificultad que enfrentan los cultivadores de algas para acceder a mercados de alto valor que pagan precios justos por cultivar algas de forma sostenible.
Sumando la experiencia de Tamara en biotecnología, la de Daniel en innovación con impacto ambiental, y el know-how de Reciprocal en startups de bioeconomía, crearon un nuevo modelo para procesar algas basado en la biotecnología, la economía circular, la trazabilidad y el precio justo a quienes cultivan estas algas. “Son verdaderamente un superhéroe submarino, con tremendo potencial de empoderar a comunidades costeras, regenerar ecosistemas marinos, y ser usadas como ingredientes para miles de productos con atributos de sostenibilidad”, expresa Gajardo y agrega que “creo que el mercado tiene mucho espacio para avanzar a lo largo de toda la cadena de suministro. Esto debe hacerse con un compromiso hacia las personas y el planeta, para no repetir los impactos negativos que se han asociado a otros recursos naturales que son explotados de forma desmedida”.
Para Gajardo, aún quedan muchas aristas donde seguir emprendiendo con estas especies: “Se requiere innovación en temas como procesos de cultivo, monitoreo, hatchery, de manera que la obtención de la biomasa se haga de forma sostenible, escalable y con capacidad de reacción ante el cambio climático”, comenta.
Las dificultades en la innovación alimentaria con algas: «Nunca nadie sabía que los productos eran algas, pero solo por saber que las contenían no querían probar el producto»
Alonso Díaz y Alejandra Allendes fundaron Quelp el 2016. La startup nació desde la visión de innovar en alimentos a base de algas. “Es uno de los recursos más sustentables que hay, no necesita suelo, no necesita agua, no necesita fertilizantes, ni químicos, ni intervención humana para su crecimiento. Es el recurso más sustentable que hay”, explica Alejandra Allendes.
La idea al crear productos alimentarios era «lograr un buen sabor porque sabemos que las algas tienen un sabor, una textura, un aroma fuerte, que no es del gusto del consumidor occidental”, cuenta Allendes. “En la industria de alimentos existe el prejuicio que las algas son malas y que a nadie le gustan. Nos costó mucho romper ese paradigma y lograr que la gente quisiera probarlas, porque hicimos muchas pruebas ciegas y nunca nadie sabía que los productos eran algas, pero solo por saber que contenía algas no querían probar el producto”.
Hoy, la empresa ha dado un giro y se concentra en el desarrollo de biomateriales sustentables, incluyendo alternativas al plástico. “Estamos enfocados en que sea para reemplazar al plástico dentro de los procesos en la industria alimenticia y agrícola”, concluye Allendes.