- Con una inversión de US$ 1,6 millones, la startup Mágio —nacida en la Amazonia y especializada en chocolate de origen— acelera su expansión en São Paulo
Mágio, la nueva empresa biotecnológica de chocolates originarios de la Amazonia, acaba de recibir una inversión de US$ 1,6 millones por parte de CBKK, una constructora de empresas especializada en negocios de impacto. El financiamiento marca una nueva etapa para la startup: expandir su presencia con tiendas propias, diversificar productos y abrir su primera fábrica fuera de la región amazónica, en São Paulo.
De la selva al centro urbano: una marca con misión
Fundada en 2025 como un spin-off de Chocolates De Mendes, Mágio nació con una misión clara: llevar el sabor auténtico del cacao nativo a más consumidores, pero también fortalecer a las comunidades amazónicas y fomentar el debate sobre sostenibilidad y desarrollo productivo.
“Queremos visibilizar a los productores, promover cadenas transparentes y demostrar que el chocolate puede ser una herramienta de transformación social”, explica Renan Tanzillo, director financiero y de marketing de Mágio, a un medio de comunicación.
Una fábrica ocho veces más grande y más de 30 productos en seis meses
La nueva planta de producción en São Paulo ya está en funcionamiento y representa un gran salto operativo. Su capacidad es ocho veces superior a la anterior ubicada en Pará, y en apenas seis meses desde su apertura, la empresa ha lanzado más de 30 nuevos productos al mercado.
“Es pronto para hablar de cifras, pero los ingresos ya duplicaron las expectativas iniciales”, señala Tanzillo. Y eso que la tienda apenas lleva unas semanas abierta al público.
Expansión con impacto: más empleo y más puntos de venta
Con la inversión, Mágio planea invertir en reconocimiento de marca, contratar talento clave para consolidar su operación y abrir nuevos puntos de venta, además de reforzar sus canales de distribución. Ya suman 20 empleados y se proyecta la incorporación de 10 más antes de fin de año.
La empresa también busca ampliar su red de comunidades proveedoras. Hoy trabajan con más de 70 y esperan seguir sumando aliados locales. “Queremos crecer, pero sin perder nuestra raíz”, afirma Tanzillo.
Una alianza que evoluciona
La inversión marca también una nueva etapa en la relación entre Mágio y CBKK. No es la primera vez que colaboran: CBKK ya había aportado USD 1,6 millones en dos rondas anteriores a Chocolates De Mendes, en 2020 y 2022.
“Desde el principio hubo una fuerte coincidencia de propósitos”, cuenta Marcelo Tucci, CEO de CBKK. “Valoramos su compromiso con las cadenas productivas, su trabajo con cacao y cupuaçu, y su rol en dar visibilidad a pequeños productores. Esta nueva inversión busca escalar ese impacto en el sudeste del país”.
Cambio en la conducción, pero sin perder el alma
Con esta nueva etapa, César De Mendes —fundador de Chocolate De Mendes— cede la dirección de Mágio, aunque continúa como socio estratégico. Su nuevo foco será la innovación en productos y el vínculo directo con las comunidades productoras.
Desde la parte técnica, sigue acompañando la evolución de los productos y brindando asistencia diaria a los socios locales.
Blockchain para contar la historia detrás de cada barra
Uno de los aspectos más innovadores del modelo de Mágio es el uso de blockchain para asegurar la trazabilidad de toda la cadena productiva. Desde el origen del cacao hasta la fermentación, secado, transformación y llegada al consumidor, cada paso queda registrado.
“Hoy podemos rastrear el recorrido completo de cada barra de chocolate, incluyendo el lugar y la hora exacta de cada etapa”, explica Tucci. Esta transparencia refuerza el valor del producto, pero también la confianza con las comunidades y los clientes.
Un futuro con sabor a innovación y compromiso
Mágio no solo busca competir en el mercado gourmet: quiere redefinir qué significa consumir un chocolate de origen. Con una mezcla de tecnología, propósito social y ambición comercial, su modelo plantea una pregunta provocadora: ¿puede una barra de chocolate cambiar una comunidad?
Por ahora, lo cierto es que el cacao amazónico —cultivado con respeto, rastreado con precisión y saboreado con conciencia— tiene cada vez más espacio en las góndolas, y en la conversación global sobre sostenibilidad.