En la última década, la población de tortugas marinas verdes ha disminuido a solo 85.000 en todo el mundo colocándolas en la lista de especies en peligro de extinción. Este declive se atribuye al cambio climático, la pérdida de hábitat y, significativamente, al consumo continuo de la sopa de tortuga marina verde. Para abordar este problema, gobiernos de todo el mundo han prohibido la caza de tortugas marinas. Sin embargo, en países como Perú, Ecuador y México, este platillo se considera una delicia tradicional y parte crucial de su cultura.

Creando la solución: Giuseppe, NotCo y Diego Oka

Para afrontar este desafío, la foodtech NotCo se propuso una solución innovadora: recrear el sabor de la sopa de tortuga marina verde sin utilizar carne animal. En colaboración con el renombrado chef internacional peruano Diego Oka, NotCo desarrolló la primera versión de este plato sin dañar a las tortugas. Utilizando Giuseppe, su Inteligencia Artificial patentada, analizaron miles de especies vegetales a nivel molecular para crear una receta que fuera fiel al sabor original pero completamente vegana.

“Tenemos una poderosa plataforma de IA que puede ayudar a resolver problemas de larga data, más allá de la industria. Si Giuseppe puede replicar la sopa de tortugas marinas verdes en sólo dos semanas, no solo estamos brindando una alternativa a una especie en peligro de extinción, sino que es una forma de decirle al mundo imagínense qué más podemos hacer con nuestra tecnología. Vimos la oportunidad de poner a prueba nuestra IA y estamos más que satisfechos con los resultados», dice Matías Muchnick, CEO y co-founder de NotCo.

Para documentar este proceso, NotCo produjo el documental «NotTurtle», disponible en su canal de YouTube. El cortometraje sigue a Bernardo Moltedo, líder científico culinario de IA de NotCo, y a Oka en diversas locaciones, desde las Islas Caimán hasta las oficinas de NotCo en San Francisco (EE. UU.) y la localidad de Piura (Perú). El documental muestra cómo Giuseppe ayudó en la creación de la receta y cómo se enseñó a los lugareños en Perú a cocinar la sopa sin dañar a los animales, preservando así la herencia cultural del plato.